Subí a una antigua carreta. Mi tío era el que manipulaba a ese rebelde caballo de pelaje gris. Comencé a comprender que detrás de todo ese infinito camino había un lugar que me correspondía conocer . El viaje fue como soñar despierta, me dio el placer de saborear unas gigantes uvas y de sentir rosear en mi cara la frescura del viento otoñal.
Baje un pie y deslice mi cuerpo hacia la baranda derecha, tome la iniciativa y abrí la puerta de la humilde casa de mis recordados abuelos. Sentí un escalofrió al ver tantas fotos perdidas en el silencio, olvidadas.
Recorriendo la casa me encontré con un lugar oscuro. Solo pequeñas líneas de luz trascendían la ventana.
Una enclenque biblioteca opacada de polvo se presentaba como una “oferta” de tentaciones. Antiguos libros se encontraban a un manotazo. Agarré uno que me llamaba la atención por la forma de su encuadernado. Lo guarde en el interior de la carreta para que el emprendiera conmigo el viaje de la vuelta. Cuando llegué al pueblo, subí al micro que me traía a Buenos Aires, me ubique en mi asiento y comencé a leer, disfrute de un nuevo estilo de lectura ya que nunca había tenido en mis manos un libro que me haya echo pensar tanto acerca del trabajo esclavo. comprendí que la población es sometida a engaños sin darse cuenta. Y que tristemente caen en un sistema económico que los somete a desigualdades injustas.
En el 2007 me senté a hacer una escritura para resumir unos textos sobre explotación infantil y sus consecuencias, allí agregue como ejemplo la pésima situación laboral que pasaron y pasan los niños del interior del país. Tomando como punto de partida la experiencia vivida por mis seres queridos. El libro que había leído “manuscritos de Karl Marx” en el 2004 me había ayudado a hacer la escritura sobre temas vinculados a la explotación infantil, la desnutrición, la calidad de vida, la situación demográfica.
La escritura me hizo recordar las sensaciones de aquel viaje, allí donde pise los campos trabajados por mis abuelos, ya que ellos desde pequeños cosecharon la tierra por pocos pesos, siendo antiguas almas de la desigualdad social.
Gisele Otero
miércoles, 3 de junio de 2009
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