jueves, 28 de mayo de 2009

Hoy no muero lentamente


He decidido contar el recorrido de un día, de un miércoles en mi vida ¿y saben porque elegí este día y no otro? Porque simplemente salí de la rutina de la semana.

Ese día me desperté a las 8 AM. Desayuné un te con limón rapidito y me fui al escritorio a estudiar para la facultad hasta las 17:30hs. No me extiendo mucho en contar que hice en esta franja horaria porque no tengo con que: además de estudiar, lo único que podría agregar es que al mediodía paré a almorzar un rico arroz con pollo que preparó mi suegra.

Ya las 17:30hs el reloj me golpeaba la espalda para recordarme que debía irme. Estaba muy cansada, guardé los apuntes y en mis ojos seguían pasando letras, palabras, autores, filósofos, etc. Guardé todo, me peiné y me puse la campera ya que hoy es uno de los pocos días fríos de este otoño. Mientras esperaba en el auto a mi novio puse música de mi celular, eso me distraía un poco después de lo cansador que fue el día. Sentía olor a cigarrillo, odio el cigarrillo. Arrancamos. Debido a la construcción de un túnel en Boulogne hay que dar un par de vueltas más de lo normal para agarrar Panamericana, pasamos por el centro y Alejandro Sanz me mira desde la vidriera de una disquería Las motos se cruzan por los costados, el frente, detrás, hasta por arriba para exagerar. Veo una vidriera repleta de zapatillas deportivas, del techo al suelo y pienso en cuantos niños veo en el tren descalzos en invierno. Casi todo lo que hago me lleva a odiar más al sistema, tal vez ya estoy muy obsesionada buscando cada detalle malo que le pueda encontrar, pero no le puedo hacer nada, por ahora soy así (y espero seguir siéndolo). Hay mucha gente esperando el colectivo, seguramente para volver a sus casas después de la jornada laboral (por cierto hoy se cumplen dos meses desde que renuncie, por ahora, la mejor decisión que he tomado en el año) todas sus caras se ven cansadas, agotadas y amargadas, ¿mi cara se vería así dos meses atrás? Solo dos personas se ven alegres y como es de esperarse es una parejita enamorada, las parejas suelen sonreír en las paradas. Tal vez no es tan mala ida trabajar con tu novio, en ese sentido por lo menos. Por mi ventana pasa un chico en bicicleta con un buzo de egresados, me hace pensar en el poco viaje que tenía antes, cuando el colegio me quedaba a ocho cuadras ¡Que grande es el cambio cuando terminas la secundaria!: de un día para el otro salís a trabajar, responsabilidades, impuestos, horarios, bancos, jefes, compañeros de oficina, es un mundo nuevo lleno de obligaciones y expectativas provenientes de “los otros”. Esos otros dicen que debes estudiar una carrera universitaria, que debes trabajar en una oficina, que debes tener un jefe que te explote y luego dar vuelta los papeles y si no lo haces aparecerá siempre en la boca de señoras arrugadas a los 40 años por el strees frases como “es un vago”, “algún momento debe sentar cabeza”, “ya se va a arrepentir”, “¿que va a hacer de su vida?”. El sistema otra vez…en fin, mientras pensaba todo esto no noté que el cielo se puso colorado, ¿fenómeno climático o estará avergonzado? Veo muchas cosas rojas, por ejemplo las luces traseras de los autos lo son, y el semáforo. Me pregunto porque abran elegido ese color para dar a entender que se debe parar. El rojo es el color del amor, de la sangre, de la pasión, de lo erótico, ósea, de lo que se mira de costado, escondido y avergonzado en esta sociedad hipócrita. Entonces ¿Rojo=Sexo=Pare=Malo?...me estoy yendo de tema, no viene al caso explicar lo que pienso con esto. Ya estamos en General Paz y en mi celular suena Fito Paez. Las calles están empapeladas con gente que promete y no cumple, ¡que pasé ya el 28 de Junio así dejo de verle las caras! Igualmente no voy a poder librarme de la publicidad, por la autopista esta lleno de esos carteles gigantes que te muestran la ropa más cara, los autos más lujosos, los viajes más extravagantes, ósea, lo innecesario. Ya estamos en Lugones y un colectivo tiene estampado la frase “Mira todo lo que se puede ver desde arriba” de ARBA. Una vez en Palermo el tráfico es impresionante, diez minutos para hacer tres cuadras y estacionar el auto. Por fin estacionamos. Nos bajamos y vamos caminando hasta la boca del subte. Me despido de mi novio, “te voy a extrañar” le digo y un beso. El se va al subte y yo al San Martín, saco el boleto y justo viene el tren ¡por suerte!, no tenía ganas de esperarlo. Me subo y me hago flaquita para pasar entre toda la gente y llegar hasta la mitad del vagón. Me detengo al lado de una chica que tenía un tapado fucsia llamativo, muy llamativo, con una cartera de leopardo. Ahora entenderán porque acentúe lo de llamativo. El contraste esta bueno, no me vería nunca dentro de ese tapado ni con esa cosa colgando, pero esta bueno que haya gente que haga más colorido el otoño. Los tonos marrones, beiges, verdes y negros se ven por todas parte…Me pregunto como serán los zapatos que lleva esta chica. No llego a verlos, estoy muy apretada como para poder inclinar el cuerpo a mirar. Uso la imaginación y veo un taco alto con un rojo furioso. Ya estamos por Devoto y huelo que alguien se acaba de poner un chicle en la boca, que rico olor, lastima que se va enseguida. En un simple vistazo al vagón puedo contar a nueve personas con auriculares, y si no me hubiera olvidado el mío seríamos diez. El tren acaba de parar en caseros y mi muñeca al rozar la mano de una chica se llena de electricidad que me hace sacarla de inmediato ¿Qué le estaría pasando para estar tan cargada? ¿O que me…? Yo creo estar bien, lo único que puedo resaltar es que tengo hambre, ¡por suerte ya estoy por llegar! Me voy acercando a la puerta, buscando huecos para avanzar y en el trayecto se me cae la lapicera con la cual anotaba características del viaje para el trabajo de Taller de Expresión. Agacharme y agarrarla entre toda la multitud de gente sería una locura, a menos que quiera que me puteen, así que la lapicera siguió viaje hasta Pilar solita. Al fin el tren se para en la estación más esperada por mi, Hurlingham. Voy caminando las ocho cuadras que me separan de mi casa y ahora estoy terminando de escribir al lado de mi estufa que tarda mucho en calentarse, y antes de terminar mi relato voy a revelarles porque elegí este día “distinto”:

Generalmente me tomo el subte con mi novio. El baja en Tribunales, yo sigo hasta 9 de Julio para combinar con la C hasta Mariano Moreno e ir a ARGRA donde estudio para Reportera Gráfica. Pero hoy no. ¿Y que tiene esto de importante? El hecho de no estar trabajando me hace estar cien por ciento dedicada al estudio, tanto, que por más que esté sumamente cansada me daría culpa faltar a clase (otra vez el sistema y su presión). Mientras iba en el auto hacía capital, en mi cuaderno de anotaciones veo en las primeras hojas un poema que su primea frase dice: “Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos loa días los mismos trayectos”. Y ahí lo decidí:

Hoy tuve ganas de cambiar el camino, de descansar, y no me siento culpable por eso, digan lo que digan: ¡Hogar dulce hogar!




Mariel L. Villamayor Güino

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